Está aquí tu recuerdo, inundándome, como la marea que sube,
cada seis horas me llegas a los pies, me los humedeces, pero es rara ya la vez
que esa humedad me sube hasta las rodillas. Dejas paso a tu nueva versión, esta
versión de ti que no se te parece en nada, pero que lleva en el rostro tu misma
cara angelical, aunque sin disimulo muestra que no lo es, y a mi me conmueve
esta nueva sinceridad, este desparpajo que desprende tu sonrisa pícara, pero
que a ratos se queda muda, distante y sumergida en sus pensamientos.
Me gustaría aprovechar cada uno de tus nuevos gestos,
exprimirlos, saborearlos sin desgastarlos, dejarte seguir así de fresca, como
un tomate recién cogido, con la piel tersa e impoluta.
Solo me faltaba tu pasividad, tu saber estar para conquistarme,
no es necesario que hagas nada, porque ya mi mente se ha empeñado en pensarte
día y noche, en desear hacerte mía, de alguna de las muchas maneras, acceder a
tu vida, a tu esencia, que no te escapes, todo para llegar al tesoro que
guardas sin cuidado, tu intimidad sobre las sábanas, el desvarío, la locura
momentánea, la entrega total tan solo por dos segundos. Solo quiero ver tu cara
desfigurada desde tu abdomen, dame tan solo esos dos segundos, así podrás
esfumarte de mi mente.
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