domingo, 19 de enero de 2014

Está aquí tu recuerdo, inundándome, como la marea que sube, cada seis horas me llegas a los pies, me los humedeces, pero es rara ya la vez que esa humedad me sube hasta las rodillas. Dejas paso a tu nueva versión, esta versión de ti que no se te parece en nada, pero que lleva en el rostro tu misma cara angelical, aunque sin disimulo muestra que no lo es, y a mi me conmueve esta nueva sinceridad, este desparpajo que desprende tu sonrisa pícara, pero que a ratos se queda muda, distante y sumergida en sus pensamientos.
Me gustaría aprovechar cada uno de tus nuevos gestos, exprimirlos, saborearlos sin desgastarlos, dejarte seguir así de fresca, como un tomate recién cogido, con la piel tersa e impoluta.

Solo me faltaba tu pasividad, tu saber estar para conquistarme, no es necesario que hagas nada, porque ya mi mente se ha empeñado en pensarte día y noche, en desear hacerte mía, de alguna de las muchas maneras, acceder a tu vida, a tu esencia, que no te escapes, todo para llegar al tesoro que guardas sin cuidado, tu intimidad sobre las sábanas, el desvarío, la locura momentánea, la entrega total tan solo por dos segundos. Solo quiero ver tu cara desfigurada desde tu abdomen, dame tan solo esos dos segundos, así podrás esfumarte de mi mente.