lunes, 3 de noviembre de 2008

El tiempo se detiene y me alejo, como si de una vista panorámica se tratara de mi vida, empiezo a percibir algo, pero al ver las cosas con más claridad pierdo los detalles, y cuando aparezco yo, esta yo que no gusta, esta yo que me recuerda a mí, y donde me siento agusto, compadeciéndome y recreándome en pequeñas situaciones pasadas, y no en la vida, dejándola pasar delante de mi como una espectadora inútil, como si no recordara que debo hacer para articular palabra, cuando aparezco yo, todo deja de tener sentido y no necesito que me mires siquiera.

Desaparece la ansiedad, la alegria, la pena, la felicidad, dando paso a un estado de calma casi estúpido, casi me dan ganas de abofetearme. Pero no puedo, este estado que me atrapa, que me consume en vida, como si de una dictadura de la abulia se tratara, y es ahora cuando no me siento presionada, cuando emprendo más proyectos, y me sumerjo en mi misma,es entonces, solo entonces, cuando me alejo de la gente, cuando ya ni siquiera me pueden rozar cuando puedo expresar lo que siento, lo que veo, y lo que creo que se debería hacer.

Puedo llorar de tantas cosas, de felicidad, de reencuentro con una canción, con un cuadro, mil veces visto, oído y comentado y admirado, puedo llorar de desesperación, de ganas de gritar que se acumulan en los ojos, que me queman, y que estallan como un rio de lava y me abrasan la cara, puedo llorar de verte una sola lágrima, de sentir tu vacío, tu desesperación.

...........................................................................................................................................................................


Seguimos juntos, en el restaurante ahora de moda,sentados a la mesa que Julio tiene permanentemente- un permanente que durará tanto como dure la moda- reservada a su nombre, ante un foigras que no me sabe a nada y un borgoña que me dará mañana un terrible dolor de cabeza, intentando no escuchar las palabras de Julio- es una de sus manías incurables- se obstina en repetir a mi oído, sin que yo me atreva a hacerle callar diciendole que nada de esto importa nada, el que mi amor sea más embriagador que el vino, más suave que todos los aromas (...) -¿y por qué no puedo hacerle callar hoy, aunque debía haberlo hecho mucho antes, hace casi treinta años?¿por qué no explicarle aquí, ahora mismo, que nada de todo esto que lleva siglos repitiendo me ha interesado nunca lo mas mínimo, ni siquiera la primera vez que se lo oí(...)?

"El mismo mar de todos los veranos", Esther Tusquets


lucilu

No hay comentarios: