miércoles, 12 de noviembre de 2008

Noches embriagadoras

La cabeza me da vueltas, me agobio ypienso que necesito salir fuera, necesito un poco de silencio, para que la voz de mi subconsciente no grite tan alto, que me desconcentre y cometa una estupidez. La música suena demasiado fuerte, la gente se balancea demasiado rápido, y yo quiero seguir su ritmo, pero mi cuerpo no parece querer acompañarme, y tropiezo y casi caigo una docena de veces, antes de decidir coger el móvil y salir fuera a sanarme este ansia que no he podido saciar, esta sed que me humedece la boca de alcohol.

Fuera se está fresco, ahora parece que todo está bien y la gente se para y mira con curiosidad: una chica sentada sola en un sofa terriblemente feo, en plena entrada de una discoteca, terriblemente solitaria. Es ya muytarde y solo las almas en pena, los fiesteros incansables y los adolescentes alocados del momento se encuentran ya en las calles. Elmovil está entre mis manos, mirándome, esperando poder a mi cuerpo, a que haga eso que mi mente no quiere, esperando poder arrepentirme de mí, de en lo que me he convertido, mañana. Cruzan por mi mente muchas maneras de subsanar ese caprichode niña pequeña, que es lo que soy, comodarme ese caramelo que tanto quiero. Pero no me lo consiento, por octava vez ya mi mente vence almomento, vence al capricho que me hundiría en la miseria, comoun errormás grave que el emborracharme hasta perder la razón.



Lucilu

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